Cri, cri, crí.

Sábado 12.06.2010

A todos nos gustaría tener un grillo como el de las películas. Que nos chive lo que debemos y no debemos hacer. Que nos saque de apuros y nos solucione problemas. Sería perfecto un grillo que siempre tomase la decisión adecuada, porque conoce lo que pasará. Y bueno, si contásemos con él, tendríamos asegurado un éxito sentimental, académico, laboral...
Yo maté a mi grillo hace tiempo. Sí ya lo sé, yo era afortunada de contar con él. Pero me cansaba, me agobiaba, me presionada. Cantaba tan fuerte que era imposible no hacerle caso. Preguntaréis por qué narices yo no quería seguir sus consejos. Y la verdad, es que ni yo misma lo sé. Siempre he sido amante de la libertad; tengo el gran ridículo defecto de querer hacer siempre lo que yo quiera, cuando yo quiera, y como yo quiera. No consigo soportar que nadie cuestione qué hago o dejo de hacer. Y mucho menos el estúpido grillo harto de estar encerrado en una jaula china dentro de mi cabeza. ¿Qué sabrá ese de la felicidad? Tan perfecto que lo hace todo siempre, ¿acaso tendrá idea alguna de si queremos equivocarnos a propósito? Sí, cierto, él nunca lo hacía, nunca se equivocaba. ¿Pero sabrá ese ignorante lo reconfortante de rectificar justo a tiempo o... simplemente, aprender del error una vez hecho?
Jamás aceptéis un grillo como animal de comañía ;)